Mentiríamos si dijéramos que no sospechábamos nada, pero fue en ese momento cuando se nos vino todo encima. Antes sabíamos que ese tipo de cosas existían, conocíamos casos puntuales, pero pensábamos que se trataba de excepciones, no la regla. Hasta el verano del 98 no fuimos plenamente conscientes de la magnitud del problema.
El triunfo de la selección española en la Eurocopa de Polonia y Ucrania, logrando el triplete internacional de selecciones (Eurocopa-Mundial-Eurocopa) por primera vez en la historia. La Champions de un Chelsea en respiración asistida, entregado a la vieja guardia y a un entrenador, Roberto Di Matteo , que tuvo desde el principio cara de interino.
Caía la noche moscovita cuando cogió la pértiga para intentar superar el listón colocado en 4,89 metros. Se concentró, muy seria, con la mirada fija en su objetivo, manoseando la pértiga de manera ritual, recitando las ininteligibles palabras de costumbre. Por el camino había quedado la brasileña Fabiana Murer , campeona del mundo en Daegu dos años atrás, impotente ante los 4,75.
Llega un momento durante la noche en el que te percatas de que no hay vuelta atrás. No dura mucho, pero por un instante eres perfectamente consciente de que las cartas están echadas y todo acabará en dosis variables de ibuprofeno, arrepentimiento y melancolía. Puede ser a la cuarta, a la quinta o a la sexta copa, dependiendo de la costumbre y el aguante de cada cual.
¿Eran los Beatles aficionados al fútbol? ¿A qué equipo animaban John, Paul, George y Ringo? ¿Charlaban entre ellos sobre goles, tácticas y penaltis cuando aparcaban los instrumentos? Medio siglo después del debut discográfico de la banda, estas sencillas cuestiones siguen sobrevolando la leyenda del grupo que cambió el rumbo de la música pop.
Hay días en que no estás para nada. Días en los que sientes el peso de la vida sobre cada centímetro de tu piel. Días en los que los recuerdos se suben a tu espalda como una pesada mochila y un puño invisible se agarra a tu pecho dificultándote respirar.
Todos los aficionados al deporte (y muchos que no lo sean tanto) guardan la imagen en un rincón de su cerebro. Tommie Smith, atleta estadounidense de raza negra, en lo más alto del podio, descalzo, calcetines negros, cabeza gacha, el brazo derecho levantado al aire con el puño cerrado enguantado...
Lo de las mariposas es un asunto ya trillado, hay abundante documentación al respecto (no hay más que hacer una rápida búsqueda en google), pero de lo otro no habla nadie. Quizás sea por pudor, quizás por la falsa ilusión de que si no nombras algo deja de existir.