Dentro de 30 años, en algún blog o tumblr (o su equivalente en el futuro) de fútbol vintage alguien colgará una foto de dos chicos sonrientes de cabello revuelto, pecho peludo y barba de tres días unidos por un abrazo afectuoso y sobrio.
Como cualquier otro ámbito laboral, el deporte es un terreno apto para que surja el amor en cualquier momento. Ekaterina Gordeeva nació en Moscú, capital de la entonces Unión Soviética, en mayo de 1971. Su padre era operador de teletipos del Ejército y su madre, bailarina. Con apenas cuatro años empezó a practicar patinaje sobre hielo.
Una atmósfera enrarecida se respiraba la tarde del 18 de octubre en el Estadio Olímpico Universitario de Ciudad de México. Una atmósfera cargada y húmeda que amenazaba con descargar tormenta en cualquier momento. Eran las cuatro menos cuarto de la tarde y Bob Beamon se disponía a realizar su primera tentativa en la final del concurso de salto de longitud de los Juegos Olímpicos de 1968.
Sucedió a mediados de los noventa. En una de esas tardes perezosas que pasábamos escuchando música y hablando de vete tú a saber, mi amigo Paco me enseñó un disco que de inmediato me llamó la atención por su portada. En ella aparecía la fotografía de un atractivo futbolista con los brazos caídos, camiseta roja, melena al aire y abundante barba.
Mentiríamos si dijéramos que no sospechábamos nada, pero fue en ese momento cuando se nos vino todo encima. Antes sabíamos que ese tipo de cosas existían, conocíamos casos puntuales, pero pensábamos que se trataba de excepciones, no la regla. Hasta el verano del 98 no fuimos plenamente conscientes de la magnitud del problema.
El triunfo de la selección española en la Eurocopa de Polonia y Ucrania, logrando el triplete internacional de selecciones (Eurocopa-Mundial-Eurocopa) por primera vez en la historia. La Champions de un Chelsea en respiración asistida, entregado a la vieja guardia y a un entrenador, Roberto Di Matteo , que tuvo desde el principio cara de interino.
Caía la noche moscovita cuando cogió la pértiga para intentar superar el listón colocado en 4,89 metros. Se concentró, muy seria, con la mirada fija en su objetivo, manoseando la pértiga de manera ritual, recitando las ininteligibles palabras de costumbre. Por el camino había quedado la brasileña Fabiana Murer , campeona del mundo en Daegu dos años atrás, impotente ante los 4,75.
¿Eran los Beatles aficionados al fútbol? ¿A qué equipo animaban John, Paul, George y Ringo? ¿Charlaban entre ellos sobre goles, tácticas y penaltis cuando aparcaban los instrumentos? Medio siglo después del debut discográfico de la banda, estas sencillas cuestiones siguen sobrevolando la leyenda del grupo que cambió el rumbo de la música pop.
Todos los aficionados al deporte (y muchos que no lo sean tanto) guardan la imagen en un rincón de su cerebro. Tommie Smith, atleta estadounidense de raza negra, en lo más alto del podio, descalzo, calcetines negros, cabeza gacha, el brazo derecho levantado al aire con el puño cerrado enguantado...